jueves, 22 de octubre de 2009

Parón hospitalario



Después de la salida del 4 de Octubre del 2009 con el grupo de Aguilar con quien andamos, 20 km, por sus tierras, entre olivares y viñedos, volví a casa, contento por la buena marcha que hicimos y por el buen tiempo del que disfrutamos además de la buena y alegre compañía, con un ligero picor en la garganta que me hacía pensar que alguna irritación se me venía encima.
El lunes decidí no salir para no empeorar de la garganta y darle un descanso al cuerpo por la marcha del día anterior. Mi preocupación empezó con la fiebre al mediodía y con la inflamación exagerada de la garganta a medianoche que me hizo ir a urgencias en la Av. América, a la medianoche, donde me inyectaron penicilina y me mandaron para casa. No pude pegar ojo pues la cosa fue a peor y a las 5 de la mañana ya no podía ni beber agua. Viendo que no podía tomar la medicación me tuve que ir a las Urgencias del Hospital. Allí, después de varias pruebas, me pasaron al Maxilofacial y al otorrino donde me encontré con el Dr Don Julio M. Ortega ( me impresionó y gustó este Hombre),la Dra Patricia,el Dr Juan, el Dr. Nicolás que decidieron ingresarme rápidamente después de constatar la gravedad de la cosa. Después de un día de tratamiento y viendo que la inflamación se extendía hacia el pecho decidieron la operación.
Fue una suerte encontrarme con el Doctor don Julio Ortega que me resultó simpático y que me dio una confianza que despejó todos los miedos que yo creía tener ante una operación. Mi hermana Pura, enfermera y gran profesional donde las haya, me tranquilizó, muy mucho, consiguiendo entre todos que llegara al quirófano bastante tranquilo y con una gran confianza.
El Miércoles a las 23h me operaban y cuando volví en sí ya estaba operado. Lo primero que vi fue a mi mUjer Annie que me tranquilizó y después a mi Hermanita pura. Me quitaron los tubos sin ninguna complicación, aunque, allí estaba Don julio con sus estudiantes por si hacía falta hacer una traqueotomía, según supe después, ¡Que susto! y me subieron a planta.
Allí descubrí que me habían puesto un tubito para orinar que es bastante desagradable y cuando me lo quitaron descubrí, con grandes dolores que no podía orinar y tuvieron que volver a ponérmelo. después de otro ensayo el dia siguiente tuvieron que ponérmenlo de nuevo y con la visita del urólogo y el tratamiento que me indicó me quedé así el resto de mi estancia en el hospital. EstO fue algo que me tuvo preocupado e incómodo todo el tiempo. Eso sí; Ingresé en el club, sin cargo, de los de la próstata.
El resto de mi estancia en el hospital fue muy buena y los días se pasaban volando. Mi primer compañero de cama tenía una enfermedad que me estresaba bastante y el siguiente, aunque muy enfermo, me fue más agradable y conseguimos pasar una semana tranquila.
El personal de enfermería, Isabel, Lola, Carmen, Toñi, Emilia y las auxiliares, Mercedes entre ellas fueron agradables además de simpáticas. esto me hizo la estancia más fácil y alegre.
Un día antes de irme me quitaron la sonda y no tuve ningún problema en orinar lo que hizo que pasara lo que sería mi último día bastante feliz.
La comida del hospital me gustó bastante, no sé si seria por el hambre, pero no dejaba ni las migajas.
¿Que me pasó? Que una bacteria anaerobia, creo, se instaló en mi garganta y empezó a generar un globo de oxigeno que me impidió comer, beber, y Dios sabe qué de haber seguido así.
¿Fue grave? No lo sé pues la misma rapidez de progresión te obliga a ir rápidamente a urgencias y allí, El Dr Julio y su equipo tomaron rápidamente las medidas para frenarlo, estudiarlo y erradicarlo en 36 horas.

Mi experiencia de enfermo primerizo ha sido bastante buena pues podía levantarme desde el primer día y ser autónomo lo que permitió liberar a mi familia para que no tuviera que estar todo el tiempo en el hospital y que no se quedaran las noches en ese incómodo sillón. Fué bueno que ellos estuvieran allí los primeros días pues como enfermo nos encontramos bastantes indefensos ante lo que nos ocurre y la familia te protege del sistema permitiendo avisar a las enfermeras antipando problemas.
El Dr Julio es de esos hombres apasionados por su trabajo que me gusta encontrar y a los que les tengo cierta admiración. Por otro lado; Encontar un Doctor que te cuenta lo que te va ha hacer en el cuello y te guiña un ojo diciendo que ¡Eso No es na! y que consigue que vayas al quirófano con mucha tranquilidad es toda una suerte.
¡En fin! ya hace dos días que descanso en casa y poco a poco voy recuperando mis costumbres.
Hoy les he llevado unas "sucreries" de la "France", mi segunda patria, y Bélgica como agradecimiento, ya sé que no es necesario, por el buen trato y la simpatía de todos que han hecho que mi estancia en el Hospital haya sido alegre y distendida.
Un saludo a todos

sábado, 3 de octubre de 2009

Zuheros-Las Navas 09/2009



Cuando Annie volvió de Irlanda, después de unos días en Francia, decidimos volver a las Navas, en la Sub-Bética, aprovechando que en Zuheros estaba la Feria del queso.
LLegamos a las 9:00 a Zuheros, pasando por las carreteras comarcales que salían de castro del Río hasta Doña Mencía para entrar al pueblo por la parte oeste al pie del camino que íbamos a tomar.

Zuheros se encuentra a unos 625m sobre el nivel del mar y el camino arrancaba con una subida espectacular desde donde se podían apreciar unas vistas magníficas. Al comienzo del camino nos encontamos con Juan, de Dª Mencía, que es un habitual de esta ruta y que tuvo la amabilidad de servirnos de guía y explicarnos todos esos detalles que no sabíamos ver. La marcha con juan se hizo muy amena y agradable. Pudimos coger almendras, comer higos y ver detalles del camino que sin él hubiéramos pasado de largo sin darnos cuenta.
La ruta sube suavemente hasta cerca de 1000m a lo largo de 3 Km lo que permite hacerla sin demasiado esfuerzo. Una vez arriba en el lugar llamado fuente fría dejamos a Juan y seguimos hasta las Navas unos 2 km más lejos donde paramos a almorzar y descansar un rato al mismo tiempo que disfrutábamos de la paz de aquel lugar. Las Navas sin agua no es lo mismo que cuando las vimos en Febrero. Cierto es que nos pusimos chorreando de la que nos cayó mientras que en Septiembre el tiempo es muy agradable y no había agua salvo en las fuentes.
La vuelta la hicimos tranquilamente recogiendo almendras, cominedo algunos higos y nos encontramos con un grupo de jóvenes franceses que por allí paseaban.
A las 4 volvimos al pueblo y nos fuimos a probar algunos de sus quesos.
A eso de las 5, con el tiempo que empezaba a estropearse, volvimos para casa, pasando por Montilla para ver a Miguel y dejarle los últimos bastones pedidos por los compañeros de su club ciclista.

Un saludo y os dejo algunas fotos, bastante malas, del lugar.